Cada primavera boreal, las calles de la Ciudad de México se pintan de color violeta con el florecimiento de miles de árboles de jacarandas. Su espectacular colorido no sólo atrae la vista de los residentes y turistas, sino a aves, abejas y mariposas que encuentran en ellos alimento y abrigo.
Pero este año algo cambió.
Desde fines de enero, aún en pleno invierno, algunas jacarandas empezaron a florecer tempranamente en varias partes de la capital, prendiendo las alarmas entre los residentes y la comunidad científica de la Ciudad de México, donde se han convertido en un símbolo del paisaje urbano.
Científicos locales han empezado a documentar el proceso para investigar qué tan masivo es, pero apuntan al cambio climático como el primer responsable.
“Siempre se ha observado que la jacaranda comienza a florecer hacia finales de marzo, para la primavera, que es cuando se percibe ese cambio de coloración con las flores violetas”, dijo Constantino González, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Sin embargo, está empezando a florecer en enero, febrero, que es época de invierno, cuando aún no debería ser la fecha. Se está viendo un desfase en la floración”, agregó el biólogo y doctor en Ciencias de 48 años.
González explicó que para trazar una correlación entre el cambio climático y la floración temprana de las jacarandas es necesario tener una muestra representativa y comparar año con año. Para ello, lidera a un equipo de jóvenes que está recabando datos en la ciudad y a través de imágenes satelitales.
Pero se aventuró a asegurar que el invierno en la capital mexicana se habría acabado a mitad de enero y, si a eso se le suma el efecto de “isla de calor” que experimentan las ciudades, hay lugares en la Ciudad de México con temperaturas hasta cinco grados celsius más elevadas que en el resto de la urbe.
La llegada de las jacarandas a la ciudad
Embelesado por los cerezos japoneses que cada primavera coloreaban Washington de rosa y blanco, el presidente Pascual Ortiz quiso replicar ese paisaje en la capital mexicana.
Sin embargo, Tatsugoro Matsumoto, un arquitecto paisajista japonés que se instaló en México a fines del siglo XIX, le dijo que no sobrevivirían mucho tiempo al clima templado de la ciudad, así que abogó por las jacarandas, un árbol tropical que había conocido durante su breve estancia en Perú.
Desde entonces, el árbol se ha convertido en parte del paisaje de la ciudad de nueve millones de habitantes.
Por ello, causó alarma cuando usuarios en redes sociales empezaron a publicar en enero fotos de jacarandas floreando y se comenzaron a preguntar por los efectos del cambio climático.
“Como nunca (…) la gente ha empezado a decir ‘esto es en serio, es de verdad’ y ya no es sólo un oso polar flotando a la deriva”, dijo Cristina Ayala, bióloga y doctora en Ciencias de la Sostenibilidad.
“Es muy bueno que la gente empiece a tomar conciencia de lo que el cambio climático nos va a traer como urbanistas”, agregó.
A pesar de que no son especies nativas de la capital mexicana, para Ayala, las jacarandas cumplen una función importante, ya que reciben a más colibríes y abejas que otros árboles nativos, por lo que un cambio en su floración podría llevar a una disminución de estas poblaciones.
“Uno quisiera que las jacarandas florecieran todo el año, alegran la ciudad”, dijo Alex Estrada, un habitante de la capital mexicana, mientras observaba un árbol que empezaba a teñirse de violeta.
“Pero algo no está bien aquí: ¿Jacarandas en invierno?”, se preguntó.
Con información de LATINUS.