En medio de un atronador aplauso, el alcalde de Río de Janeiro coronó el viernes al Rey Momo, marcando el inicio del reinado de cinco días del simbólico monarca del Carnaval.
“¡Declaro oficialmente inaugurado el Carnaval 2024!”, manifestó el Rey Momo después de que el alcalde Eduardo Paes le entregara una gigantesca llave de color oro y plata. El confeti voló en una sala del Palacio de la Ciudad, en el barrio de Botafogo, donde tuvo lugar la ceremonia.
Entre los espectadores se encontraban los típicos protagonistas del Carnaval de Río: juerguistas disfrazados de personajes folclóricos, jaguares, gitanos y “bate-bolas”, exuberantes payasos con trajes idénticos y minuciosamente detallados que se desplazan en grupo. Los festejos durarán hasta el 14 de febrero.
Por ninguna parte se notaban los problemas que últimamente aquejan a la ciudad tropical: un brote de dengue que hace unos días obligó a emitir un decreto de emergencia de salud pública; un decreto federal para combatir un aumento de la violencia de las milicias y los narcotraficantes. De hecho, el Carnaval es una oportunidad para que la gente se olvide temporalmente de sus problemas.
“El Carnaval es la pasión de todos aquí”, dijo Marcio Perrotta, que llevaba en un palo una enorme cabeza de buey falsa, con los cuernos decorados con flores. “Estoy feliz de formar parte de este momento, porque en la vida normal las cosas son muy difíciles para todos”.
Paes emitió un decreto el jueves que convierte la ceremonia de la llave en un acto oficial anual, lo cual obliga a sus sucesores a participar. En 2017, el exalcalde Marcelo Crivella rompió con la tradición y no entregó la llave.
Momo, interpretado este año por Caio César Dutra, está encargado de “presidir las fiestas del Carnaval, participar en los desfiles y concursos de disfraces, y promover la alegría de los fiesteros”, señaló el Ayuntamiento en su boletín oficial el viernes.
El ministro brasileño de Turismo, Celso Sabino, también presente en la ceremonia, declaró que 49 millones de personas de todo Brasil participarán en las festividades, un 6,5% más que el año pasado.
Aproximadamente 200.000 extranjeros llegarán al país, y muchos de ellos —con poca ropa y cubiertos de purpurina— se unirán a las fiestas callejeras que ocupan y predominan en los espacios públicos de Río, Sao Paulo y otras ciudades.
El viernes por la mañana, la fiesta callejera de las Carmelitas ya estaba en marcha en el bohemio barrio carioca de Santa Teresa.
Leonardo Xavier, de 20 años, se disfrazó de pitufo de pecho azul. “Necesitábamos un disfraz rápido que pudiéramos hacer en el metro. Yo dije: ¡vayamos de pitufos! Sólo hay que comprar la pintura, pintarse, (ponerse) pantalones cortos blancos, ¡y listo!”.
CON INFORMACIÓN DE LA JORNADA