• 2024-09-07 18:09

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Alcarràs asimilar el cambio con sabor a Durazno

Alcarrás de Carla SimónGanadora de Berlín y bañada en la gloria del cine español durante 2022, la cineasta Carla Simón es el ejemplo mismo de la palabra adaptación, misma que nos enmarca con el sabor durazno de la familia Solé en su nueva cinta Alcarrás

La cineasta Carla Simón es el ejemplo mismo de la palabra adaptación, misma que nos enmarca con el sabor durazno de la familia Solé en su nueva cinta Alcarrás.

Felipe de J. Flores, APUNTESdeCINE.

La tragedia ha sido un sinónimo constante en la vida de la catalana Carla Simón, marcada por un dolor tan profundo como el de perder a sus padres en una edad en la que la memoria no le dio la posibilidad de poderlos guardar en su mirada, ha sido constantemente un ejemplo palpable de la tan citada resiliencia, misma que nos pone en tela de juicio con su filme “Alcarràs”.

¿Pero a que nos referimos con esto? ¿Por qué siempre cuando hablamos de cambios surge un miedo espectacular?

Es bien sabido por todos nosotros que cuando logramos acostumbrarnos a tener algo que nos costó tanto, el que aparezca un pánico por cambiar, desde nuestros hábitos hasta nuestro modo de vivir, hace que la nube de la incertidumbre se asome de forma irremediable; mismo destino que parece ser al que sucumbirá la familia Solé (J. Pujol, A. Otín, X.Roset, A. Bosch)

La cinta nos catapulta de golpe a sentir en carne propia los costos del progreso, siempre necesario, pero que en la cabeza equivocada puede sentirse como un palazo matutino, que por supuesto podemos comprenderlo, la familia Solé ha vivido por más de 80 años del fruto de sus siembras, sus melocotones son mucho más que una fruta para ellos, la recompensa al arduo trabajo, un modo de vida, las ganas de siempre salir adelante, el padre, Quimet (Jordi Pujol) comprende todo esto al cien por ciento, pero no está realmente peleado con el progreso, prueba de ello, como podemos apreciar, es su constante presión para que sus hijos busquen un estilo de vida con mayores oportunidades, pero al mismo tiempo, se contrapone cuando de forma casi irremediable, el patrimonio de los Solé se perderá a costa de ese irremediable proceso, por lo que en todo film bebemos del duelo particular de cada uno de sus miembros, desde la furia hasta la dolorosa aceptación.

Por supuesto que podría llenar la nota de la magnífica cinematografía que acompaña a esta cinta, toda cortesía de Daniela Cajías, pero creo que al abordar “Alcarràs” me resulta mucho más gozoso el trasladar las propias vivencias que ha tenido que encarar Simón, siempre con una sonrisa que traslada tranquilidad, pero como su propia cinta, esconde mucho más de lo que pretende mostrarnos.

El duelo es una posibilidad que todos tenemos que enfrentar tarde que temprano, sea por una perdida familiar, la ausencia de nuestra propia salud, incluso un cambio laboral, pero es irremediable que historias como “Alcarràs” con sus guiños neorrealistas, realmente nos ponen en el paredón para poder enfrentarnos a nosotros mismos y haciendo un ejercicio de honestidad, comprender si de verdad estamos capacitados para asumir este rol de “resiliencia” con todo lo que realmente conlleva.

Alcarràs no es la cáscara del durazno, es lo que hay dentro de ella lo que vale, no es la familia Solé, es el cómo afrontamos la perdida, que como nos relata su último plano, puede ser con una simple mirada perdida, pero que realmente puede encontrar serenidad en su perdida; que para Simón fue un momento de encontrar su máxima potencia, ese Oso de Oro de la pasada Berlinale no miente, este nuevo soplo de viento fresco de un encasillado cine español, tiene como sabor, el durazno de Alcarràs.

por Felipe de Jesus Flores Sanchez

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