Jimena Montemayor presenta su propuesta femenista, de los textos heredados por su padre, en el marco del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
“La más reciente producción de la cineasta Jimena Montemayor, relata el cansancio de los pobladores de Ciudad Madera, cuando, en 1965, tras el asecho y despojo de tierra por las compañías madereras, derivó en un enfrentamiento armado cuando los habitantes atacaron un cuartel en la Sierra de Chihuahua”
Mauricio Orozco Rodriguez, para APUNTESdeCINE
Últimamente nos encontramos con más frecuencia, con películas de ficción que coquetean con lo documental y la ficción, de tal forma que se vuelve amigable para entablar una manera amable de entablar un diálogo sobre la representación de la verdad. En estas búsquedas es clara la relación entre sus creadorxs y los temas que retratan, permitiendo así, que la imagen recobre un alzamiento de la visión política y el uso del cine como herramienta de registro, denuncia y protesta a favor del cambio.
“Mujeres del alba” (2023) es la más reciente producción de la cineasta Jimena Montemayor, en donde retoma los textos “Las mujeres del alba” y “Las armas del alba” del escritor Carlos Montemayor, para relatar el cansancio de los pobladores de Ciudad Madera cuando en 1965, tras el asecho y despojo de tierra por las compañías madereras, derivó en un enfrentamiento armado cuando los habitantes atacaron un cuartel en la Sierra de Chihuahua.
Es una potente denuncia contra la violencia implicada en el privilegio económico y la gallardía de las instituciones militares, propulsada desde el cansancio y el hartazgo gesta imágenes llenas de dolor y miedo, pero no para victimizar sino para remontar de valentía para enfrentarse. Un llamado a la unidad y revuelta contra los opresores. Sin embargo, considero que lo más valioso es su historia de resistencia, en donde la violencia se cuestiona con perspectiva femenina, una más racional, más humana.
Es una película que tiene una cercanía con la realidad que representa en su ficción, pero el tratamiento es tan realista que se siente como una cápsula en el tiempo que nos lleva a ese momento del pasado, a esa cosmovisión de rebeldía como estandarte de libertad. Se vuelve un recordatorio del valor de la mujer en todo acto revolucionario, porque para conquistar un imperio se necesita más corazón y astucia que fuerza.
Un gran trabajo de dirección, en donde lxs personajes resaltan, pero se sienten parte del bosque que les rodea, una especie de extensión que nos ayuda a seguir una línea simbólica situada en las capacidades intrínsecas de la feminidad.