Adolfo, de Sofía Souza, debuta en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara
Una película hermosísima sobre compañía ante el dolor causado por tantos años de infelicidad acumulados, “hasta que se te hace la pipí verde”.
Mauricio Orozco Rodriguez, para APUNTESdeCINE
El cine tiene una capacidad de usarse a manera de escaparate, en el que una historia es valiosa por el simple hecho de existir. El cine no debería juzgar la realidad, su imaginario o su grado de complejidad, para el cine una anécdota es tan llamativa como un suceso histórico o de alto impacto mundial. Mirar el cine como un conglomerado de historias es abrirse a la otredad, entender que lo que estamos mirando podría habernos ocurrido y generar una conexión, o no. El cine no debería enseñarnos a vivir, sino mostrarnos como es la vida para otrxs.
“Adolfo” (2023) es la ópera prima de la cineasta mexicana Sofía Auza, en la que se centra en la noche que se conocen Momo, Hugo y Adolfo, un cactus en busca de hogar. Momo acaba de salir de rehabilitación y Hugo se dirige al funeral de su padre. Su encuentro es el inicio de un momento dedicado a lo inesperado y al cuestionamiento conjunto de la felicidad.
La historia se enfoca en dos personajes rotos que han sufrido en las sombras, dos personajes necesitados de compañía para situarse desde la comprensión ante aquello que no pueden controlar. Es una diálogo que se esgrime en lo vacuo de las relaciones efímeras, un acompañamiento que no tiene tanto que ver con el tiempo de conocerse entre sí, sino de un acompañamiento jalado por la confianza y en un desinteresado momento de libertad de la habitualidad que nos rodea.
Creo que esa es la belleza que radica en Adolfo, es un cactus inerte a quien hay que encontrarle un nuevo hogar, un mejor lugar para vivir que el que tenia, requiere cambiar de situación tanto como Momo y Hugo, ya que se enfrentan a una realidad que deben comprender para avanzar y buscar un mejor lugar para habitar.
El trabajo de Sofía como directora, nos habla de su gran poder para la creación de viñetas preciosas, construidas con meticulosidad y una gran carga simbólica que hace que la película defina sus propias reglas, delimitadas desde la ternura.
Una película hermosísima sobre compañía ante el dolor causado por tantos años de infelicidad acumulados, “hasta que se te hace la pipí verde”.