Por Mauricio Orozco
Mauricio Orozco nos presenta otro episodio dentro de su cobertura en Berlinale para APUNTESdeCINE, con otra cinta que nos hará conocer a fondo los melodramas familiares.
Sabemos que cada familia es un universo complejo, un cosmos de posibilidades permitidas ante la interacción social ligada por la sangre, en donde se asume que existe una confianza y un cariño incondicional para su correcto funcionamiento. Sin embargo, todos sabemos que la imperfección es una de las características más intrínsecas del concepto de “familia”.
Después de seis trabajos en cortometraje la directora finlandesa Tia Kouvo desarrolla su primer largometraje, “Family Time” (2023). Un drama familiar lleno de excesos que llevan al extremo las relaciones y la convivencia.
Es Navidad y como cada año la familia se reúne, los abuelos Ella y Lasse reciben a las familias de sus hijas Helena y Susanna a pasar unos días celebrando en conjunto. Mientras avanza la narración nos vamos dando cuenta de una serie de situaciones que van develando la incomodidad, las mentiras y los secretos. Una familia fracturada que trata de estar unida para darse cuenta de la decadencia en la que se encuentra por culpa de los conflictos personales que explotan al conjuntarse.
La honestidad es incómoda, no es bienvenida pero sí necesaria, y la vemos formulada en monólogos que se centran en lo que molesta, en lo que gustaría que fuera diferente, en las expectativas sobre los demás, en las envidias y los traumas sin resolver.
Se exponen los traumas familiares detrás de una comedia que se sufre, una que se refugia de la miseria en la risa, la humillación se vuelve un recurso para incomodar al máximo, una situación de familia tan errante que busca cuestionarnos ¿Cuánto debemos aguantar?
El minimalismo fotográfico permite que se priorice al diálogo en donde se contiene la mayor cantidad de información y la contrasta con lo único que podemos ver en sus encuadres fijos; una familia que vive bajo el yugo sanguíneo, creando un dolor que se convierte en odio y se desborda incluso al exterior de la familia. El hartazgo es representado en la violencia física y en el llanto que encarna la desesperación y la sensación de un prolongado abandono en compañía.
Una película excepcional que se desborda en sus excesos que obligan al espectador a cuestionarse sobre lo que mira y sobre la realidad personal. Formó parte de la Sección Encounters del Festival Internacional de Cine de Berlín en su edición número 73.